El próximo recorte de tipos de interés de la Reserva Federal (Fed) está generando gran expectación en los mercados, pero la verdadera incertidumbre recae en la decisión que deberá tomarse en noviembre, justo después de las elecciones presidenciales en EE. UU. Aunque históricamente la Fed ha mantenido su independencia respecto a los procesos políticos, el contexto electoral actual añade una presión considerable. La cercanía entre las elecciones del 5 de noviembre y la reunión del Comité de Mercados Abiertos (FOMC) el día 7 pone a Jerome Powell y su equipo en una situación delicada.
La victoria electoral podría no conocerse hasta varios días después de las elecciones, como ocurrió en 2020, cuando el triunfo de Joe Biden se confirmó el sábado siguiente tras varios días de recuento. En ese escenario de incertidumbre, la Fed tendría que tomar decisiones clave sin saber quién liderará la política económica de EE. UU. durante los próximos cuatro años. Este dato es crucial, ya que una victoria de Donald Trump podría traer consigo recortes de impuestos y subidas arancelarias que, según los analistas de Allianz, reactivarían la inflación y forzarían a la Fed a pausar su ciclo de flexibilización en 2025.
A corto plazo, parece seguro que la Fed aprobará una reducción de los tipos de interés en septiembre, movimiento que los mercados ya han anticipado y que el propio banco central estadounidense ha sugerido. Sin embargo, el verdadero reto será la reunión de noviembre, en la que la incertidumbre política podría influir en las decisiones monetarias de la Fed. La elección de un presidente que promueva políticas inflacionarias podría limitar el margen de maniobra del banco central en el futuro.
En contraste, el Banco Central Europeo (BCE) enfrenta una situación mucho más estable. Christine Lagarde ya inició el ciclo de recortes de tipos en julio, y el mercado prevé una serie de reducciones de 25 puntos básicos en cada reunión hasta principios de 2025. Este proceso se ha desarrollado sin sorpresas y se espera que continúe así en los próximos meses, sin la presión electoral que afecta a la Fed en EE. UU.
A menos que haya movimientos bruscos en los mercados de divisas, como un cambio significativo en el tipo de cambio del euro/dólar, que pueda desencadenar una respuesta coordinada entre los bancos centrales, todo indica que la Fed y el BCE seguirán caminos monetarios separados. No obstante, el enfoque de la Fed estará condicionado por el desenlace de las elecciones y el futuro liderazgo económico de EE. UU., lo que podría alterar los planes de recortes previstos.