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La región latinoamericana enfrenta un desafío apremiante: el cambio climático. Los expertos reunidos en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) coincidieron en que la cooperación es la clave para abordar esta crisis.
El director nacional de Energía de Uruguay, Christian Nieves, destacó la necesidad de concretar los compromisos existentes en la región. Uruguay, por ejemplo, ha liderado la transición hacia las energías renovables y está dispuesto a compartir sus conocimientos con otros países. Sin embargo, Nieves advirtió que el principal obstáculo es la falta de voluntad política y la necesidad de reconocer que la transición energética debe ser justa e inclusiva.
Por su parte, Kishan Kumarsingh, del Ministerio de Planificación y Desarrollo de Trinidad y Tobago, subrayó los desafíos a los que se enfrentan las pequeñas islas y estados del Caribe, especialmente vulnerables a los eventos climáticos extremos. Kumarsingh afirmó que el paradigma de desarrollo debe evolucionar hacia uno que priorice la resiliencia climática y las bajas emisiones de carbono. No obstante, reconoció que la implementación de estas medidas requiere de un entorno habilitador y de una financiación adecuada.
La CEPAL ha señalado en múltiples ocasiones que América Latina y el Caribe poseen un enorme potencial para liderar la transición hacia una economía más sostenible. La región cuenta con abundantes recursos naturales renovables, una biodiversidad excepcional y una población joven y dinámica. Sin embargo, para aprovechar estas ventajas, es fundamental que los países de la región trabajen de manera conjunta y coordinada.
La cooperación regional puede adoptar diversas formas, desde el intercambio de conocimientos y experiencias hasta la creación de mecanismos de financiación conjuntos. Además, es esencial fortalecer la gobernanza ambiental y promover la participación de todos los actores sociales en la toma de decisiones.
El cambio climático representa una amenaza existencial para la región latinoamericana. Los efectos del calentamiento global ya se están dejando sentir en forma de sequías, inundaciones, pérdida de biodiversidad y aumento del nivel del mar. Si no se toman medidas urgentes, estas consecuencias se intensificarán en las próximas décadas.
La buena noticia es que aún estamos a tiempo de actuar. La transición hacia una economía baja en carbono no solo es necesaria para proteger el medio ambiente, sino que también puede generar importantes beneficios económicos y sociales. La creación de nuevos empleos verdes, el desarrollo de tecnologías innovadoras y la mejora de la calidad de vida son solo algunos de los posibles resultados de esta transformación.
La cooperación regional es indispensable para hacer frente al desafío del cambio climático en América Latina. Al unir fuerzas, los países de la región pueden construir un futuro más sostenible y equitativo para todos sus habitantes.